LA CAMPANA DE LOS PERDIDOS

FotoCampanaDeLosPerdidiosAgosto2013Tiene seis siglos de historia, un nombre romántico y un uso que fue en su día muy práctico, casi imprescindible, sobre todo en invierno. Hoy, en pleno siglo XXI, La Campana de los Perdidos queda tan solo como vestigio sonoro de una época pasada en la que servía como faro y las campanadas señalaban un camino de baldosas amarillas fuera del frío, la humedad y la niebla del Huerva.  Puedes escuchar nuestra versión podcast desde este link.

Se llama Campana de los Perdidos al carillón de la torre de la iglesia de San Miguel de los Navarros de Zaragoza y tiene su origen a comienzos del siglo XV. Los datos que conocemos sobre su uso han llegado hasta nosotros sobre todo por tradición oral.

Cuenta esta historia que en 1529 aparecieron varias personas muertas de frío cerca de la ribera del Huerva. En aquel entonces esa zona estaba fuera del recinto amurallado de la ciudad y llena de huertas que los zaragozanos trabajaban cada día.

Pero en invierno la vega del río se convertía en una trampa mortal para muchos labradores. La frondosidad de la ribera en aquel entonces, pero sobre todo la niebla que se adueñaba del río al caer la tarde hacía invisible el camino de vuelta a la ciudad y mucha gente se perdía intentando regresar antes del anochecer.

Por ese motivo se instaló en un primer momento un farol linterna en la torre de la iglesia de San Miguel, sin embargo tenía un problema, el viento que se levantaba en invierno apagaba enseguida el farol por lo que finalmente se decidió sustituirlo por una campana.

Se determinó que tocara 33 campanadas cada media hora desde el crepúsculo hasta las doce de la noche y así marcase con sus rítmicos toques el camino de vuelta a la ciudad. Para ello, un campanero debía permanecer en lo alto de la torre hasta media noche por lo que se le construyó una vivienda junto a la campana para que no tuviera que subir y bajar cada media hora.

A partir de 1725 se decidió que la campana tocara únicamente de hora en hora ya que la zona de la ribera del Huerva se había despejado bastante de árboles y vegetación.

Durante los Sitios de Zaragoza, la Campana de los Perdidos dejó de sonar. Le relevó la campana de la Torre Nueva, en su caso tocaba, no para que los perdidos volviesen a casa, sino como vigía, para avisar a los zaragozanos de los movimientos del ejército francés.

La Campana de los perdidos volvió a tocar tras la guerra de la Independencia aunque a mediados del siglo XX silenció de nuevo su voz ya que con la modernización de la ciudad dejó de ser necesario su toque. Se retomaría años después y en la actualidad continúa como curiosidad histórica y por tradición, aunque solo podemos escucharla una vez al día, a las 10 de la noche.

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