Parece ser que en la localidad de Layana, en la comarca zaragozana de las Cinco Villas, dejó huella en forma de pozo el mismísimo diablo.
Según la leyenda, una joven del lugar andaba todos los días un largo camino que separaba su casa del río más próximo donde debía recoger agua.
La chica era guapa y lista pero por lo visto destacaba su valentía entre el resto de virtudes porque para solucionar el problema de distancias decidió pactar con el demonio para conseguir un pozo en la mismísima puerta de su casa. Al demonio la idea le pareció muy bien ya que según iniciativa de la propia muchacha debía construir el pozo durante la noche antes de que cantara el gallo. Coser y cantar para todo un Satán como él.
Comenzó pues su tarea de inmediato trabajando muy rápidamente. La joven se percató de que el diablo iba a terminar la obra muy pronto. Nada que ver con los fontaneros, albañiles y electricistas de nuestra época. A la moza no le apetecía demasiado condenarse eternamente a las llamas del infierno por lo que decidió engañar al Diablo.
Así, antes de que comenzaran a asomarse los primeros rayos solares, entró en el gallinero y acercó un candil encendido al gallo, que no tardó en despertarse pensando que ya estaba amaneciendo y no dudó en ponerse a cantar.
El amigo Belcebú fue tragado por el mismísimo infierno al oír el ruidoso kikiriki. Así, la joven, guapa, inteligente y valiente chica, consiguió su ansiado pozo que le evitaría tener que ir hasta el río a por agua.
¡Qué sencillo!
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