Zaragoza contaba con 55.000 habitantes antes de la guerra de la Independencia. Tras los Sitios, la ciudad se levanta literalmente de sus cenizas con una población de 12.000 personas. El 75% de la población sucumbió en la contienda.
Zaragoza en 1808 se caracterizaba por ser una ciudad de calles estrechas y sombrías, salpicada de plazuelas. Las murallas que rodeaban la villa estaban formadas por los propios muros de las viviendas y de las huertas. Ocho puertas daban acceso a la ciudad (Sancho, Portillo, Santa Engracia, Carmen, Quemada, Sol, Ángel y San Idelfonso). La puerta del Carmen es la única que todavía sigue en pie.
En la orilla izquierda del Ebro se situaba el Arrabal con sus huertas y dos monasterios. Sus restos salen ahora a la luz en el balcón de San Lázaro. Las afueras de la ciudad estaban repletas de extensos campos de olivos.
Con motivo de la guerra de la Independencia la población de la ciudad creció considerablemente. A las 55.000 personas que vivían en la ciudad hay que sumar las que llegaron con motivo de la contienda. Una guarnición formada por 47.000 hombres acompañada de una población civil de 30.000.
Las bajas fueron enormes, 61.000 personas. Sin embargo sólo 6.000 lo fueron por motivo de los Sitios. Las 55.000 restantes perecieron a causa del frío, el hambre y sobre todo las epidemias.
La táctica militar francesa consistió en el bloqueo de las puertas de acceso a la urbe, en la destrucción de los muros defensivos, en combates cuerpo a cuerpo y en asaltos nocturnos por sorpresa. De este modo la destrucción de edificios e instalaciones fue muy elevada. Desaparecieron muchas instalaciones industriales y toda la actividad docente.
La ciudad quedó asolada y la población diezmada. Los 12.000 habitantes que sobrevivieron a los Sitios tuvieron que reconstruirla por completo. Zaragoza tardó muchos años en alcanzar el capital humano, técnico y profesional de una ciudad moderna.
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